Entraste finamente,
permeable la mirada
como quien se quita un abrigo
El pudor suplía todavía los excesos
y envuelta en miriñaques
te hincaste temerosa
presta a devorar consejos y acatar órdenes
No tardaron en llegar los sabotajes
suicidio
recelo
el tropiezo crudo y la renuncia al orden
Rumiaste los bordes de lo lícito
-recuerdo glauco de la castidad paciente-
apretada en tu erotismo
entre pliegues, huiste al cáncer
Ya no hay Claudios que perfumen tus oídos
No hay Kapos obedientes que estremezcan
rubia bonita, tan desconocida
(ella se ofrenda ella se entrega)
¡Ay, si no fuera que esa fina intolerancia a la mentira
te previene de perderte en tus ensueños!
Te barría un deseo tosco y repetido
y en la tarde de domingo
despojada de armazones
vos tan mezquina, te confesabas.
¿te confesabas? ¿o acaso te deleitaba
la fantasía de saberte incomprendida?
Tal honor no te ha llegado mi querida
aunque juegues en tus hombres
y las luces de autos
inventen una puerta
entre los espectros móviles
permeable la mirada
como quien se quita un abrigo
El pudor suplía todavía los excesos
y envuelta en miriñaques
te hincaste temerosa
presta a devorar consejos y acatar órdenes
No tardaron en llegar los sabotajes
suicidio
recelo
el tropiezo crudo y la renuncia al orden
Rumiaste los bordes de lo lícito
-recuerdo glauco de la castidad paciente-
apretada en tu erotismo
entre pliegues, huiste al cáncer
Ya no hay Claudios que perfumen tus oídos
No hay Kapos obedientes que estremezcan
rubia bonita, tan desconocida
(ella se ofrenda ella se entrega)
¡Ay, si no fuera que esa fina intolerancia a la mentira
te previene de perderte en tus ensueños!
Te barría un deseo tosco y repetido
y en la tarde de domingo
despojada de armazones
vos tan mezquina, te confesabas.
¿te confesabas? ¿o acaso te deleitaba
la fantasía de saberte incomprendida?
Tal honor no te ha llegado mi querida
aunque juegues en tus hombres
y las luces de autos
inventen una puerta
entre los espectros móviles
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